miércoles, 7 de julio de 2010


O San José, cuya protección es tan grande, tan poderosa y eficáz ante el trono de Dios, en vuestras manos entrego todos mis intereses y mis deséos, O San José, asistidme con vuestra poderosa intercesión. Obtened para mí, de vuestro Divino Hijo, Nuestro Señor, todas las bendiciones espirituales que necesito. A fin de que habiendo conseguido, aquí en la tierra, la ayuda de vuestro poder celestial, pueda ofrecer mi gratitud y homenaje, al Padre más Amoroso. O San José nunca me cansaré de contemplaros con el Niño Jesús dormido en vuestros brazos. No me atrevo a acercarme mientras el Niño reposa sobre vuestro corazón. Abrazadle en mi nombre; y de parte mía, besad su fina y delicada cabecita. Luego, suplicadle que me devuelva ese beso a la hora de mi último suspiro. San José, patrón de los moribundos, rogad por nosotros.Amén.


Esta oración fue descubierta el año quincuagésimo de Nuestro Señor Jesucristo. En el siglo XVI, o en los años 1500 A.D., etc., envió el Papa esta oración al preparase para emprender la batalla.Los que leyesen esta oración serán premiados. Igualmente se premiará a los que la escuchasen al ser leída o si la llevasen en su persona. A todas estas almas se les promete que no morirán repentinamente; ni se ahogarán; ni serán afectados por el veneno. No caerán en manos de sus enemigos; ni serán consumidos en ningún incendio; ni aún derrotados en la batalla.


Haced esfuerzos para que se conozca esta oración, y propagadla en todas partes.

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